viernes, 9 de diciembre de 2016

El buen momento de la Hermandad del Calvario

La Hermandad del Calvario presenta estos días el nuevo manto de la Virgen del Rocío y Esperanza entre los elogios de entendidos y cofrades en general. Su autor es Francisco Carrera Iglesias 'Paquili', noticia estos días porque ha conmemorado con una exitosa muestra en el Ayuntamiento de Sevilla los cuarenta años de su taller de bordado.

El nuevo manto de Rocío y Esperanza no es fruto de la casualidad, sino del trabajo diario de una corporación que ha hecho del grupo humano la clave de su éxito. Todo lo que el Calvario está pariendo en los últimos tiempos para la Semana Santa onubense es fruto del trabajo, comprometido y gustoso, del colectivo.

Hace décadas las hermandades dependían de la generosidad de sus benefactores para aumentar el patrimonio. Pero el mundo de hoy es muy distinto y la mayor parte de ellas necesita tener bien engrasada su maquinaria para vivir momentos de esplendor. 

Foto: Pasión en Sevilla
El Calvario tiene la suya a punto; lo demuestra en los actos y cultos que celebra a lo largo del año. Pero, sobre todo, lo demuestra en el día a día, tan anodino a veces para las hermandades. 

Mención especial merece la inteligente gestión de la casa de hermandad, en la que propios y extraños son acogidos con amabilidad y encuentran, desde la primera hora, un lugar de referencia para pasar un rato agradable entre amigos. 

La cofradía del Lunes Santo, a día de hoy, no es solo la Junta de Oficiales. Es mucho más. Todo el que quiere encuentra su sitio y se siente cómodo aportando lo que sabe o puede aportar. De ahí que las Juntas pasen, pero el colectivo y el proyecto de hermandad permanecen. 

Con esta difícil facilidad la corporación ha alcanzado un inusual y sabio equilibrio que le ha permitido crecer desde la suma y en un corto espacio de tiempo completar uno de los juegos de bordados de palio más interesantes de la Semana Santa onubense; adquirir una casa de hermandad; aumentar el número de hermanos que realizan estación de penitencia el Lunes Santo -pese a tratarse de una cofradía de negro-; redoblar la obra social...

No hay descanso. Hay ilusión, compromiso y trabajo. Por eso a cada meta le sigue otra nueva y a cada éxito le sucede otro mayor. Lo próximo: abordar la mejora del paso de Cristo.

Como digo, el Calvario presenta estos días el nuevo manto de la Virgen del Rocío y Esperanza. Pero lo verdaderamente importante es el colectivo que lo ha hecho posible. Ahí radica la clave del buen momento que vive la Hermandad. Largos éxitos.


jueves, 24 de noviembre de 2016

¿Algo se mueve en la Semana Santa?



Me ha llamado la atención en los últimos días la reiteración, en parte de la prensa sevillana, de una idea: la falta de nivel en las cofradías. Me llama la atención que una opinión que hasta ahora no había trascendido de las tertulias de bar haya pasado a ser opinión publicada, con el giro cualitativo que ello supone.

No se trata de una crítica a una figura o a una junta de gobierno concretas. Es algo más profundo. Diría que tras esta idea subyace la aspiración de un colectivo -o de parte de un colectivo- de recuperar la excelencia que la Semana Santa tuvo, en sus distintas vertientes, en tiempos pasados.

Leo primero a Juan Fernández Lacomba en una entrevista publicada por el portal 'Pasión en Sevilla' en las vísperas de la salida extraordinaria del Señor del Gran Poder con motivo del Año de la Misericordia. Lacomba explica que en la Semana Santa "hay un arte sublime" que procede del siglo de oro, cuando "todo tenía un nivel excelso" y las hermandades eran exponente de esa excelencia. Pero hoy -prosigue- "las cosas son más complicadas" y las hermandades están faltas de "cierto nivel cultural".

Días después, el mismo portal publica una entrevista con los priostes de la Hermandad del Buen Fin en la que Jesús Corral, a una pregunta del entrevistador, responde: en las hermandades "falta mucho nivel, en general (...) No puedes hacer nada nuevo".

En esos mismos días, Francis Robles firma un artículo en el referido portal cofrade, a propósito de la negativa del pleno de hermanos mayores a modificar el día de celebración del Via Crucis Oficial del Consejo General, en el que escribe: "la mediocridad se ha instalado en las juntas de gobierno, con la consiguiente falta de autoridad de los hermanos mayores".

Los tres casos que relato no permiten concluir, como si de una investigación empírica se tratase, que la supuesta falta de nivel es un hecho contrastado. Tampoco es la intención. Pero estoy convencido de que no se trae a escena una supuesta mediocridad de forma gratuita. Tanta reiteración de una misma idea en tan corto espacio de tiempo parece indicar que en la vecina ciudad se han encendido ciertas alarmas.

Cuento esto porque, debido a la inequívoca influencia que tiene Sevilla, esta misma tendencia puede llegar pronto a Huelva. No creo que lo haga de la mano de algunos informadores que llevan décadas acomodados y ofreciendo en sus periódicos información de escaso interés y originalidad. Pero hay tendencias que resultan imparables.

Frente a esta idea que expongo podría argumentarse que aquí no se alcanzó en el pasado la excelencia sevillana -aunque en la década de los 20 se estaba en el camino- y, en consecuencia, no puede existir la aspiración de recuperar lo que no existió. Más, por contra, sí que puede existir en Huelva una sensación de que el estado de las cosas es manifiestamente mejorable.

¿Será que con algo de retraso y cierta timidez está llegando a la Semana Santa el descontento y la sed de reformas que se percibe en otros ámbitos? Al fin y al cabo, la Semana Santa es parte de la sociedad y siempre ha sido reflejo de cada momento histórico.

jueves, 14 de julio de 2016

De la crisis del bipartidismo a la crisis de la nueva política

En los últimos meses se ha hablado y mucho en España de la crisis del bipartidismo al albur de la información deparada por los trabajos demoscópicos que iban viendo la luz y de los resultados que arrojaban las distintas convocatorias electorales. Si analizamos el histórico de las elecciones generales es fácil concluir que algo ha cambiado en el sistema de partidos: en 2008, PSOE y PP sumaban el 92% de los escaños en el Congreso de los Diputados; en 2011 la cifra pasó al 84%; el 20D el porcentaje descendió sensiblemente hasta el 60,8% y, finalmente, el 26J la suma ha sido del 63,4%.

Como prueban estos datos, los dos grandes partidos han perdido en los últimos 8 años casi un tercio de sus diputados. No obstante, reunir el 63,4% de los parlamentarios no es poca cosa. Podríamos concluir entonces que el bipartidismo ha resistido este primer y, a mi juicio, decisivo envite de la nueva política (importante observar el repunte de 2,6 puntos entre el 20D y el 26J). Ahora bien, PSOE y PP deben tomar buena nota de las señales que el electorado ha enviado reiteradamente porque recuperar la confianza deteriorada no es algo que cae del cielo, sino que va a requerir medidas, tiempo y esfuerzo.

Por lo que hace a los, hasta hace poco, denominados partidos emergentes, hay coincidencia en los análisis a la hora de señalar que el 26J, en una coyuntura claramente favorable, Ciudadanos y Podemos quedaron lejos de sus expectativas; incluso lo han reconocido así sus principales líderes. Será a partir de este resultado agridulce desde el que tendrán que escribir un futuro que, a mi juicio, no se antoja fácil. 

De entrada, el tiempo parece jugar a la contra, porque la previsible mejora del contexto económico global, los avances que puedan producirse en materia de regeneracion democrática en la próxima legislatura o el peso que la estabilidad tiene en nuestro sistema político son factores que, a priori, no benefician a Ciudadanos y Podemos. 

Igualmente hay que considerar que estos dos partidos han dejado de ser novedad, pues forman parte del paisaje político cotidiano. A partir de ahora tendrán una clara visibilidad, deberán posicionarse en numerosos y complejos temas y abandonar la calculada ambigüedad ideológica en la que han procurado sobrevivir desde su irrupción en la arena política. En suma, serán sometidos con mayor severidad al juicio crítico de la ciudadanía. 

De otro lado, no puede obviarse que ambas formaciones comenzarán a reproducir comportamientos internos que el electorado ha afeado a los partidos tradicionales. Me refiero, por ejemplo, a las declaraciones de Echenique sobre las "malas hierbas", a las públicas discrepancias en Podemos en relación al pacto con IU o a las cada vez más nítidas diferencias entre Iglesias y Errejón. Es decir, quedará de manifiesto que el modelo de partido es el mismo que el de los partidos tradicionales y que, en este concreto ámbito, como en otros, los partidos emergentes no representan novedad alguna, lo que también lastrará sus posibilidades.

A todas estas dificultades que tendrán que encarar de inmediato hay que añadir, en el caso de Podemos, la complejidad de mantener la unión de partidos con la que ha concurrido a las últimas convocatorias electorales. 

Con esto que relato no quiero restar mérito a lo conseguido hasta ahora por Podemos y Ciudadanos, ni mucho menos. Lo logrado por ambas formaciones, aunque en proporciones distintas, resulta extraordinario, por inusual, en nuestro sistema político. Pero, por suerte o por desgracia, lo conseguido ya es pasado. Los dos partidos inician ahora una nueva etapa y al final del partido que ahora comienza, como ha dicho Pablo Iglesias de manera muy gráfica, "podemos gobernar o darnos una hostia de proporciones bíblicas". 

Dicho de otro modo, en el primer envite y en una coyuntura muy favorable, ni Podemos ni Ciudadanos han conseguido su objetivo. En estas circunstancias, el segundo asalto se antoja definitivo, porque ambos partidos se juegan el ser o no ser. A mi juicio, la situación ha cambiado sustancialmente respecto a la que existía antes del 20-D. Por primera vez, los partidos emergentes no tienen el viento a favor. Si PSOE y PP reaccionan bien al serio toque de atención dado por el electorado, la situación se complicará para Ciudadanos y Podemos. Estaremos atentos.


viernes, 8 de julio de 2016

Huelva, cambia: el nuevo paseo de la ría

El pasado martes quedó oficialmente inaugurado el Paseo de la ría que ha construido el Puerto de Huelva. Un equipamiento con más de un kilómetro de longitud y 80 metros de ancho que, a través de un cuidado diseño, se configura como un extraordinario espacio libre a la orilla de la ría que está llamado a convertirse en uno de los lugares más emblemáticos y transitados de la ciudad.
Los pocos días que lleva abierto al público pueden calificarse de rotundo éxito: miles de personas se han acercado a visitarlo y la opinión de la inmensa mayoría es claramente favorable. En apenas horas la gente de Huelva ha hecho suyo el paseo y se siente orgullosa de una obra que muestra la mejor cara de la ciudad; hasta tengo para mí que la nueva dotación va a contribuir a que propios y extraños cambien el concepto estético que hasta ahora tenían conformado de la ciudad.
El paseo tiene, además, la virtud de haber acercado a Huelva a lo que siempre ha querido ser: una ciudad que mira a la ría consciente de que ahí está su historia y su futuro; una ciudad con hambre de cambio, progreso y modernidad; una ciudad que tiene la voluntad de potenciar sus recursos naturales como uno de sus más poderosos atractivos; una ciudad dinámica desde el punto de vista económico; una ciudad abierta y acogedora; que mira desde la concordia a otras fronteras...
En una época de cuestionamiento de lo público, la infraestructura explica con nitidez cómo la iniciativa pública puede liderar la transformación de una ciudad, a través de proyectos promovidos y financiados por los poderes públicos en coherencia con un modelo claro y sensato de ciudad. 
El nuevo paseo y sus maravillosas vistas a la ría y al paraje natural 'Marismas del Odiel' constituyen una magnífica noticia, como lo es el trabajo que sigue realizando el Puerto de Huelva para culminar en los próximos años un proyecto urbanístico que va a sentar las bases de la Huelva del futuro con la remodelación del Muelle de Levante y la construcción la Ciudad del Marisco, espacios que se unirán al recién inaugurado paseo. Una vez urbanizada esta franja en la orilla de la ría, se convertirá en la imagen de la nueva Huelva, además de en un factor de dinamizacion de la ciudad y en un sugerente reclamo para los visitantes.
Huelva, en suma, está de enhorabuena. Pero lo más importante, tal vez sea, que el camino urbanistico, social y económico que ha emprendido parece no tener marcha atrás. 


jueves, 23 de junio de 2016

En la presentación del nuevo Silvera

Pepe Alameda, cronista taurino e intelectual hispano-mexicano, escribió un maravilloso libro que tituló 'El Hilo del Toreo' para explicar la evolución del arte de Cúchares en el tiempo. Pero en el toreo existe otra clase de hilos que conecta fechas, gestas o nombres a través de historias que resultan siempre seductoras.
En el recién presentado cartel de la feria taurina de Colombinas se aprecia el cabo de uno de estos hilos que narran atractivas historias y que viene a explicar 30 años de toreo en Huelva desde el denominador común que supone el apellido Silvera.
Porque si en 1986 tomaba la alternativa en el guapo coso de la Vega Larga Emilio Silvera González, un rubio torero con buen concepto y mimbres para ser gente, treinta años después el cartel de Colombinas anuncia la presentación con caballos de Emilio Silvera Romero, hijo de aquel rubio torero que ilusionó a toda una ciudad a mediados de los ochenta. 
Cuando el próximo 3 de agosto, día grande en Huelva, el nuevo Silvera pise el albero de La Merced, para muchos será inevitable recordar la figura de su padre: su prometedora carrera novilleril, la tarde de su alternativa, los naturales de Madrid aquella tarde abrileña ante una dura corrida de Clairac y Murteira, la encerrona a beneficio del Recre, la tarde del Centenario de la Merced...en suma, una película de recuerdos que condensa una trayectoria que ha hecho de Emilio un torero respetado por los profesionales y una persona enormemente querida en su tierra. 
Porque Emilio, con su forma de ser, con su onubensismo cabal, sin proponérselo, como pasa cuando las cosas se hacen con el corazón, ha sabido coser su nombre al de Huelva. Y lo ha hecho de tal forma que el próximo 3 de agosto, aún sin vestirse de luces, es su nombre el que convoca a la Huelva taurina a la emotiva cita. Porque si se trata de un día importante para Emilio, también lo es para esta bendita ciudad, a veces imprevisible en sus reacciones, pero que nunca falla cuando de arropar a uno de los suyos se trata.
Por esta razón, Huelva estará con Emilio Silvera Romero en su debut, y lo hará orgullosa de lo que su padre representa y deseosa de que el joven novillero se convierta en el torero que la tierra necesita.

Ojalá que el deseo se cumpla y el recorrido de este hilo que resume 30 años de toreo en Huelva a través del apellido Silvera se prolongue de manera feliz con el último exponente de la dinastía. Condiciones tiene ¡Que la suerte te acompañe, torero!

viernes, 10 de junio de 2016

De la CUP a Podemos

La decisión de la CUP de rechazar el proyecto de presupuestos presentado por el gobierno de la Generalitat y todo lo que esta postura trae consigo ofrece una esclarecedora enseñanza de cara a las elecciones generales del 26-J. Antes de proseguir quiero recordar que la CUP y Podemos no son la misma cosa (la formación de Pablo Iglesias se engloba, para las elecciones catalanas, en la coalición Catalunya Sí que es Pot y no en la CUP). Pero aunque Podemos y la CUP no son la misma cosa entre ambas formaciones sí que existen similitudes que merece la pena subrayar: de un lado, ambas formaciones pueden considerarse exponentes de la nueva política populista que se nutre del desencanto de parte del electorado (la CUP no es un partido de nuevo cuño, pero sí es un partido recién consolidado electoralmente). De otro, ambas formaciones comparten la radicalidad de sus postulados.

Hecha esta importante apreciación sobre las diferencias y similitudes entre la CUP y Podemos, vayamos a lo importante ¿Qué enseñanza podemos extraer de lo sucedido en Cataluña de cara al 26-J? Sin ninguna duda, los riesgos que siempre entraña confiar en un partido nuevo y radical del que se desconoce lo sustancial, porque no tiene tras de sí una contrastada experiencia de gobierno.

Me explico. La negociación entre Junts pel Sí y la CUP para que la formación anticapitalista posibilitase un gobierno de Junts pel Sí fue ardua; tanto que el acuerdo se alcanzó sobre la campana, cuando la repetición de las elecciones parecía inevitable. A cambio de su apoyo, la CUP consiguió un suculento 'botín' que incluía, entre otras cosas, la renuncia de Artur Mas a la presidencia de la Generalitat. Es decir, Junts pel Sí dejó mucho en el camino por alcanzar el acuerdo con la CUP y a cambio de tan importantes cesiones la estabilidad del govern parecía más que garantizada.

Pero hete aquí la sorpresa cuando, a las primeras de cambio, a los 6 meses del acuerdo político que propició la investidura de Puigdemont y después de lo mucho que Junts pel Sí ha puesto en el asador, la CUP ha hecho saltar por los aires la alianza entre ambos partidos al votar en contra de los presupuestos. 

Teniendo tan recientes los frívolos acontecimientos que han situado en la inestabilidad la política catalana, me pregunto ¿Quién se atreve a afirmar que Podemos no actuará como ha actuado la CUP en Cataluña? ¿Acaso la formación morada no ha dado ya muestras suficientes de que es capaz de cualquier cosa con tal de conseguir sus objetivos políticos? ¿Alguien puede afirmar a día de hoy con un mínimo de rigor que Podemos es un socio fiable? ¿Alguien cree a estas alturas en la palabra de Iglesias?

Lo dicho: Podemos es todo un experimento.


sábado, 4 de junio de 2016

¿El problema es España o se trata de algo más complejo?

El malestar en nuestro país de buena parte de la ciudadanía con los partidos políticos y los representantes públicos se palpa a pie de calle y alcanza cotas preocupantes. El movimiento 15-M o la contundente irrupción de los denominados partidos emergentes son síntoma de un descontento que las encuestas señalan desde hace tiempo. Pero ¿la desafección y sus causas constituyen un problema que afecta solo a España o se trata de un fenómeno de mayores alcance y complejidad?

Si analizamos nuestro entorno comprobamos que en Francia miles de personas se han echado a la calle para combatir la reforma laboral del gobierno Valls; Reino Unido se divide entre partidarios y opositores del Brexit; en EEUU, otra democracia de gran tradición, un excéntrico como Donald Trump amenaza con llegar a la Casa Blanca; la extrema derecha avanza en Europa...Puede afirmarse, en suma, que la indignación se ha convertido en una nota que define hoy el estado de las cosas en los sistemas democráticos. 

Detrás de este diagnóstico común en las democracias avanzadas hay también problemas compartidos: el debilitamiento del poder democrático frente a un poder económico-financiero organizado a escala planetaria, la crisis o transformación del estado del bienestar, la precariedad laboral, el aumento de la desigualdad...

Dos procesos contribuyen a explicar, mejor que otros factores, el descontento de la ciudadanía con el rendimiento de los sistemas democráticos: la globalización y el desarrollo tecnológico, que han transformado el mundo de tal forma que el cordón de seguridades y certidumbres vigente hasta no hace mucho ha saltado por los aires. Podría decirse que el curso de los acontecimientos se ha desviado del camino previsto y las expectativas de buena parte de la ciudadanía se han visto defraudas con el cambio.

En este escenario envenenado los ciudadanos hacen bien en expresar su malestar y hacer saber que las cosas no marchan. Pero es importante no perder de vista que el desafío que enfrentamos, además de complejo, es un desafío compartido que afecta sin excepciones al mundo desarrollado. Y lo que es peor: aún no se han encontrado recetas para afrontarlo con éxito. 

Como señala Sørensen en su recomendable libro 'La Transformación del Estado. Más allá de la Teoría del Repliegue', "la transformación del Estado plantea a los estudiosos un nuevo y variado menú de desafíos analíticos y substantivos" pero, de momento, no hay "respuestas claras". El autor matiza esta afirmación señalando que, en cambio, sí "tenemos ideas muy claras acerca de lo que está pasando y de cómo está cambiando el Estado soberano". Es decir, no conocemos las recetas pero sí sabemos qué está pasando, lo que para Sørensen representa "un buen punto de partida". 

Con esto que digo pretendo dejar claro que la ciudadanía hace bien en expresar su descontento pero no debe ignorar que, de momento, no se han encontrado soluciones para los desafíos que están en el origen del actual malestar con los partidos y los representantes públicos. Y no se han encontrado ni en España ni en ningún otro lugar. Por esta razón, los actuales procesos de cambio constituyen todo un desafío para los sistemas democráticos. Cuando se encuentren las respuestas, el actual descontento desaparecerá y las aguas democráticas volverán a su cauce. Pero entre tanto, desconfíen de los nuevos populismos que pretenden pescar en aguas revueltas, porque ellos no tienen las respuestas y pueden ser más el problema que la solución.

Para terminar quiero subrayar una idea importante: aunque no hay respuestas claras para estos desafíos, en el mundo de hoy un gobierno nacional sigue teniendo margen de maniobra. Es decir, puede optar por subir los impuestos o bajarlos; por implementar prestaciones extraordinarias para los colectivos en situación de riesgo o no hacerlo; ampliar derechos, como la atención a la dependencia, o no ampliarlos; combatir con determinación la violencia de género o hacerlo con tibieza; contrarrestar el cambio climático o no creer en él...Es decir, los gobierno siguen decidiendo asuntos verdaderamente importantes para todos (y todas). De ahí que votar y decir con nuestro sufragio quién queremos que nos gobierne siga siendo un acto esencial. 




martes, 24 de mayo de 2016

¿Es realizable lo que propone Podemos?

Desde que Podemos irrumpió en la arena política , de manera recurrente se me viene a la memoria la advertencia que Giovanni Sartori hace en su libro Qué es la democracia cuando reflexiona sobre la utopía y lo imposible. El profesor italiano, en primer lugar, se esfuerza en subrayar que en política sí se puede establecer a priori qué es posible y qué imposible y, a continuación, aclara que en política la cuestión de la imposibilidad no es un problema de pensar, sino de realizar, de hacer.

Esta advertencia me viene a la mente porque Podemos, consciente de que su opción es ahora o nunca, ha puesto en marcha una estrategia entre demagógica y populista que pasa por decir aquello que su población objetivo quiere escuchar. Así, a tenor de los datos, ha construido un discurso que seduce a parte del electorado, pero ¿es realizable lo que propone Podemos?

En primer lugar, conviene no perder de vista que las promesas de Podemos no se han materializado nunca en ninguna democracia avanzada, hecho que debe llevar a un ciudadano mínimamente crítico a preguntarse por qué y cómo va a conseguir Podemos lo que no ha conseguido nadie hasta ahora. Porque, repito, la imposibilidad en política no es un problema de pensar o de decir, sino de hacer. O sea, no se trata de estar o no de acuerdo con los fines y valores que Podemos dice defender ni tampoco de emprender una competición infantil para determinar quién está más a la izquierda de todos (la izquierda que propone lo imposible no es izquierda), sino de determinar si las propuestas de los partidos políticos son o no viables. 

Como he dicho, Podemos promete lo que hasta ahora nadie ha conseguido en ninguna democracia avanzada. De ahí que sus líderes hablen cómo si tuvieran la solución a todos los desafíos que están minando la legitimidad de los sistemas democráticos en todo el mundo. Los desafíos democráticos que a día de hoy no han encontrado respuesta no parecen existir para el partido morado, lo que extraña si consideramos que algunos de sus principales líderes son profesores de Ciencia Política y conocen a la perfección el debate abierto sobre la crisis de legitimidad de los sistemas democráticos: eficacia, aumento de las desigualdades, futuro del Estado del Bienestar, globalización, migraciones, corrupción, cambio climático, seguridad y defensa...

De esta forma, el programa electoral confeccionado para las elecciones europeas de 2014 (del que, por cierto, a día de hoy no hay rastro en internet, porque la cúpula de Podemos ha decidido eliminarlo deliberadamente) incluyó, entre otras promesas, la prohibición de despidos en empresas con beneficios, la recuperación del control público de sectores estratégicos, someter las privatizaciones a referéndum, la refundación de las instituciones de la UE, la reformulación del concepto de seguridad o la reconducción de la política internacional de la UE ¿Son viables estas promesas en el mundo global, cambiante y complejo de hoy? ¿Qué democracia las ha realizado? ¿A ningún partido político democrático se le había ocurrido con anterioridad lo que promete Podemos o acaso los partidos políticos clásicos -los que han sido garantes de la democracia en el mundo- han aprendido a no prometer lo que no es viable?

Pero sigamos. El programa electoral que el partido morado presentó a las generales del 20-D prometía, entre otras cosas, la garantía de un nivel adecuado de inversión pública, la lucha contra la pérdida del poder adquisitivo, el compromiso de garantizar la sostenibilidad del sistema de pensiones, la recuperación de las centrales hidroeléctricas por parte del Estado, el incremento del presupuesto público en sanidad en 8.800 millones €, el acceso garantizado a los suministros básicos, el alquiler estable y asequible, 13.700 millones € para la educación pública, educación infantil de 0-6 años universal y gratuita, formación profesional realmente gratuita, tasas universitarias accesibles para todas y todos, el fin de la precariedad del profesorado universitario, la recuperación de los derechos laborales del sector público o el sometimiento a consulta ciudadana de la participación de las fuerzas armadas en operaciones militares internacionales. 
¿Son viables estas promesas en el mundo de hoy? ¿Cómo va a garantizar Podemos un nivel adecuado de inversión pública justo cuando Bruselas está pidiendo a España más reformas? ¿Qué democracia no tiene abierto a día de hoy el debate sobre el futuro de las pensiones? ¿O el debate sobre el Estado del bienestar en época de crisis. ¿Cómo va a hacer frente el partido de Iglesias a las nuevas amenazas en materia de seguridad y defensa en un mundo con un claro protagonismo de organizaciones internacionales y cesión de soberanía por parte de los Estados?

¿Quiero decir con esto que debemos renunciar a ciertos objetivos que son justos en el seno de una sociedad democrática? (pleno empleo, ampliación del Estado del bienestar, lucha contra las desigualdades, derecho a un medio ambiente de calidad...). Ni mucho menos. Es más, creo que ningún partido político democrático ha renunciado a tales objetivos. Ni siquiera Syriza, pese a que su llegada al poder le ha supuesto un instantáneo baño de realidad que le ha hecho desprenderse del populismo y la demagogia. Lo que trato de explicar es que en un mundo tan complejo como el actual no se puede jugar con la situación límite, desesperada de buena parte del electorado y prometer lo que se sabe, a ciencia cierta, que no es alcanzable, al menos, en el corto plazo. Es decir, en el horizonte temporal en el que se juegan las elecciones. Lo que trato de explicar es que la solución a los complejos desafíos que a día de hoy desgastan a los sistemas democráticos nunca va a venir de la mano de la demagogia ni de los populismos, sino de la política con mayúsculas. Es decir, de la política que se practica desde la honestidad, el rigor y la transparencia, la que trata a los ciudadanos con el respeto que merecen y no la que pretende engañarlos o, al menos, confundirlos.

Es cierto que la creciente desafección está favoreciendo, no sólo en España, sino en nuestro entorno, la irrupción de partidos populistas (ahí está el avance de la extrema derecha en Europa). Pero si sabemos a priori que ciertas opciones políticas son irrealizables es fundamental combatirlas, porque el futuro no puede suponer un paso atrás. 



viernes, 20 de mayo de 2016

A propósito de la alianza entre la Semana Santa de Sevilla y Málaga

En las últimas décadas el mundo ha comenzado a moverse con una intensidad desconocida, y este movimiento afecta a la misma Semana Santa. Recientemente, según he podido leer en el portal 'Pasión en Sevilla', se ha celebrado en Málaga una charla con el título 'Ciudad y eventos cofrades'. Han asistido, entre otros, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, el concejal delegado de Seguridad, Movilidad y Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Sevilla, José Antonio Cabrera, el presidente de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga, Pablo Atencia, y el presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla, Carlos Bourrellier.



El alcalde de Málaga ha subrayado la importancia de que iniciativas de este tipo aporten a la promoción del turismo que se viene haciendo desde el eje Sevilla-Málaga, que se extiende también a Córdoba y Granada. José Antonio Cabrera, por su parte, ha destacado la importancia que la Semana Santa tiene para el turismo y para la industria y ha abogado por profundizar en el eje Sevilla-Málaga, también desde el ámbito cofrade.

La Semana Santa de la ciudad de Huelva tiene posibilidades desde el punto de vista turístico. A su indudable interés artístico se le suman otros atractivos como la proximidad a Sevilla, Portugal o el Rocío, las extraordinarias playas, la sugerente oferta gastronómica, la comodidad para presenciar los desfiles procesionales (lo que resulta cada vez más difícil en Sevilla) o el interés de la Semana Santa de otros municipios de la provincia. Estos argumentos, a mi juicio, constituyen una razón sólida para ensayar nuevas iniciativas con el objetivo de aprovechar al máximo el potencial turístico de la Semana Santa de Huelva. El mundo se mueve y conviene estar atentos a todos los movimientos. 


sábado, 19 de marzo de 2016

De los pregones

El pregón de la Semana Santa de Sevilla de Rafael González Serna ha tenido una virtud por encima de cualquier otra: ha conectado de tal forma con la manera que tienen los sevillanos de entender y de vivir la Semana Santa que ha puesto a todo el mundo de acuerdo en torno a la idea de qué debe ser un pregón de Semana Santa.
A estas alturas nadie duda en Sevilla que un pregón no puede ser una homilía. A estas alturas todo el mundo tiene claro que un pregón no tiene por qué ser aburrido. Y también ha quedado claro que un gran pregón es el que provoca en quienes lo escuchan ganas de Semana Santa; ganas de salir del teatro a toda prisa para buscar en la calle la primera cofradía.
El pregón llevaba años en una especie de crisis; se había convertido en un género que deambulaba sin rumbo cierto como intentando encontrarse. El pregón era algo así como un personaje en busca de autor. 
Pero el autor ha llegado. González Serna ha tenido la habilidad de poner a todos de acuerdo y la receta que ha utilizado no ha sido especialmente novedosa. Simplemente ha sacado a relucir el alma popular de la Semana Santa y ha expresado, ni más ni menos, la manera que tenemos los cofrades -la manera que tiene el pueblo- de entender, vivir y sentir la Semana Santa -soberbia la conversación del pregonero con el Señor de la Sentencia-. Como digo, algo nada novedoso. Tan solo se trataba de buscar la esencia y ahuyentar algunos complejos. De no desnaturalizar el género, porque un pregón no es una homilía ni tiene porqué ser una pieza aburrida. 
Gracias, pregonero.

sábado, 9 de enero de 2016

Cosas que no me gustan de la Semana santa

Entiendo la Semana Santa como la gran fiesta de Huelva. Como una celebración en esencia religiosa, pero que por su singularidad trasciende lo religioso. Por lo que representa para miles de personas y para la propia ciudad, no me gusta hablar en tono crítico de la Semana Santa. Prefiero resaltar lo que tiene de fiesta, lo que une, lo que significa para tanta gente en nuestra ciudad. Pero es cierto que hay situaciones que se dan en estos momentos en la Semana Santa que, como cofrade, no me gustan.

No me gusta, por ejemplo, que hoy día varias hermandades tengan al frente gestoras (Tres Caídas, Cena y Prendimiento, además de la Cinta); no me gustan las divisiones en las hermandades; no me gusta la actitud de ciertos directores espirituales ni tampoco que algunos hermanos mayores, hastiados, estén deseando que se agote su primer mandato para cesar en su responsabilidad. Creo que cuando este tipo de situaciones afectan a más de tres y de cuatro hermandades, la Semana Santa como colectivo tiene un problema que no logrará ocultar ni una procesión magna, ni una coronación canónica ni ningún otro acontecimiento parecido.


No me gusta pintar la Semana Santa en tonos grises. Todo lo contrario. Me gusta imaginarla alegre, de colores, en plenitud. Pero si queremos que la Semana Santa de Huelva siga creciendo, siga atrayendo a gente, siga siendo la fiesta por antonomasia de la ciudad, creo que tenemos que afrontar con honestidad y responsabilidad ciertas situaciones. Mirar para otro lado creo que es un error.