viernes, 27 de marzo de 2015

A los que hacen posible la Semana Santa

A falta de unas horas para que la primera Cruz de Guía se ponga en la calle y de comienzo la Semana Santa, para muchos onubenses la más especial de cuántas tiene el año, la que emociona en lo más hondo, la que saca a la calle a miles de onubenses durante todos los días, la que Huelva renueva cada año como un rito que atraviesa el tiempo, siento la necesidad de agradecer su dedicación a todas las personas que la hacen posible.

A esos hombres y mujeres que trabajan discretamente durante todo el año en el anonimato de las casahermandad: a los que piensan los altares de cultos y a los que montan esas arquitecturas efímeras, a los que se pasan las Colombinas frente a una plancha o sirviendo cervezas, a los que limpian la orfebrería tras la estación de penitencia, a los que buscan los predicadores para los cultos, a los que preparan las verbenas y las Cruces de Mayo, a los que están pendientes de ataviar las imágenes durante el año, a las juntas de oficiales que se reúnen durante los meses de verano, a los grupos jóvenes que se mueven con la fuerza del entusiasmo, a los componentes de las bandas, a los grupos de acólitos...

La mayoría de las veces el trabajo de estas personas pasa desapercibido y otras, no pocas, es juzgado con severidad. Pero hoy, a escasas horas de que comience la Semana Santa, siento la necesidad de reconocer a las personas, de la primera a la última, que con su trabajo hacen posible el espectáculo único que representa la Semana Santa.

Ha llegado el momento de disfrutar de lo que tanto nos gusta con la mejor disposición posible, buscando los momentos, las emociones, lo sublime...y dejando a un lado ese defecto que a veces nos impide disfrutar plenamente de lo que tanto nos gusta.

La inminente Semana Santa nos va a regalar momentos únicos pero fugaces: una revirá llena de armonía acompañada de una marcha exquisita, el discurrir solemnísimo de una cofradía completamente en silencio, un cortejo dispuesto con el mejor de los criterios, una saeta interpretada con gusto, los olores y sabores propios de la Semana Santa, un altar de cultos monumental, las mañanas únicas de los días santos...

Disfrutemos con toda la plenitud que sea posible de todos y cada uno de estos momentos. Porque muy pronto será Domingo de Resurrección y habrá que esperar un año para que suceda, otra vez, el milagro de la Semana Santa. Buena estación.



martes, 24 de marzo de 2015

Una lectura de las elecciones andaluzas

Las elecciones autonómicas celebradas el domingo en Andalucía dejan como claros y únicos triunfadores al PSOE-Andalucía y a Susana Díaz. El resultado del PSOE es un éxito incuestionable. Mantener el mismo número de escaños en el contexto de crisis económica y desafección, frente a los partidos emergentes y pese al desgaste derivado de ciertos casos de corrupción es un logro épico. El PSOE vuelve a ser el partido mayoritario en Andalucía y demuestra que tiene una organización fuerte y un discurso que agrada a los andaluces.

El 22-M ha vuelto a poner de manifiesto la importancia que tiene el líder en la nueva política. Los resultados del domingo no pueden entenderse sin Susana Díaz: el carisma, la fuerza, el discurso de la presidenta ha resultado decisivo en el triunfo del PSOE-Andalucía. Bien podría decirse que el domingo ganó el partido que contó con el (o la) líder más fuerte y fiable. A la trianera le faltaba pasar el examen de las urnas y el 22-M lo superó con nota. El domingo ganó Susana Díaz: su estrategia de romper el pacto de gobierno con IU y de adelantar un año las elecciones. Su figura se agiganta.

El PSOE-Andalucía ha tenido la habilidad de gobernar en la Junta de Andalucía desde las primeras elecciones autonómicas; es decir, ha tenido la habilidad de renovar su discurso desde el poder. En la actual coyuntura de desafección, de desencanto, se antoja fundamental que el PSOE-Andalucía mantenga esa virtud y sepa ofrecer al electorado lo que está demandando en una coyuntura especialmente compleja.

El PP ha sido el gran derrotado en los comicios. Perder 17 escaños y dejar de ser la fuerza más votada constituye un fracaso sin paliativos, que no hace si no ahondar en el particular Vía Crucis del partido de Rajoy en Andalucía, que dura ya más de tres décadas. El domingo el PP obtuvo el 26,7% de los votos; desde 1990 no bajaba del 30% de los sufragios. No hay excusas. Una vez más, ha quedado probado que el PP no se desenvuelve con solvencia en Andalucía y que su discurso no seduce al electorado del Sur. Las razones de este fracaso son varias: el rechazo a las políticas de recortes y austeridad del gobierno Rajoy, la sensación de que Moreno Bonilla es un líder circunstancial, que no se ha ganado el liderazgo trabajando la tierra andaluza, o la ausencia de un proyecto político atractivo para Andalucía. El PP debe tomarse con más seriedad Andalucía o seguir, como hasta ahora, optando por ser un partido de gobierno en España y de oposición en Andalucía.


Los resultados de Podemos tienen dos caras: si se toman los datos de manera aislada, hay que afirmar que entrar en el Parlamento con 15 escaños es un éxito sin paliativos. Pero si se analizan las pretensiones del partido de Pablo Iglesias, su objetivo de convertirse en la fuerza hegemónica y dar un vuelco al mapa político, hay que concluir que Podemos no ha estado a la altura de las expectativas. El resultado del 22-M puede que haya pinchado el globo de Podemos y que marque un punto de inflexión en la tendencia alcista de esta formación situándola en su lugar exacto. Podemos, como digo, aspira a convertirse en la fuerza hegemónica y a dejar atrás a lo que denominan 'casta', pero los resultados del domingo parecen demostrar que los verdaderos adversarios de Podemos, su liga, son Ciudadanos e IU, más que PSOE y PP. De cara al futuro, hay que considerar que los escaños que ha reunido Podemos proceden de IU y PP, es decir, de un electorado que lo único que tiene en común es la sensación de hartazgo. No será fácil para Podemos seguir aglutinando a un electorado tan heterogéneo. Pero no será este el único reto que deberá enfrentar el partido de Iglesias, que a partir de ahora estará representado en el Parlamento Andaluz y dejará de ser una novedad, la nota simpática a la que se ha mirado con benevolencia. Desde ya, los ciudadanos van a examinar con mayor rigor al partido morado, que deberá abandonar la ambigüedad en la que se ha movido hasta ahora y posicionarse permanentemente en los asuntos y debates que surjan. En especial, tendrá que definir con claridad su propuesta ideológica, casar discurso y praxis, probar que su modelo orgánico es distinto al de los partidos tradicionales y demostrar que es una formación útil, en la que se puede confiar, porque es capaz de dar respuesta a los problemas y demandas de la ciudadanía y a los desafíos que enfrenta la sociedad del siglo XXI. 

Con un discurso y un líder más centrados y realistas que Podemos, Ciudadanos ha obtenido un gran resultado y ha confirmado la espectacular ascensión que los sondeos han adelantado en los últimos meses. Hay que tener presente que en las elecciones europeas de hace un año, Ciudadanos obtuvo en Andalucía el 1,7% de los votos, mientras que el domingo obtuvo el 9,2%, de modo que en un año la progresión ha sido sorprendente. Mientras Podemos no le ha restado un solo escaño al PSOE, el resultado del 22-M parece confirmar a Ciudadanos como un partido que puede hacer daño al PP de Rajoy. Ciudadanos, al igual que Podemos, también ha nadado con comodidad en el mar de la ambigüedad. Por esta razón, el principal desafío para esta formación pasa por definirse ideológicamente, al mismo tiempo, que mantiene la fidelidad de sus votantes. 


IU ha sido el gran damnificado con la aparición de Podemos. Tal vez, la coalición de izquierdas no haya medido bien el riesgo que suponía la irrupción de Podemos, confiando que el daño lo iba a sufrir el PSOE y no ellos. Las primeras interpretaciones que los dirigentes de IU han hecho de los resultados del domingo no me parecen acertadas. Atribuir el castigo electoral a la decisión de entrar en coalición con el PSOE en el gobierno de la Junta de Andalucía me parece una lectura fácil en la que falta mayor dosis de autocrítica. En primer lugar, considero que IU debe tener madurez y temple para afrontar la actual coyuntura, porque está por ver que Podemos haya venido para quedarse. Creo, además, que IU debe reflexionar sobre asuntos que nunca ha cuestionado y que tienen poco menos que como dogmas. Por ejemplo, creo que debe cuestionarse si su modelo orgánico es el más idóneo o si debe girar hacia otro con direcciones más fuertes; debe preguntarse si el electorado progresista entiende la obsesión de esta formación con el PSOE o si su discurso es el más acertado para los retos que enfrenta la sociedad del siglo XXI. El electorado le ha dado la espalda a IU y la coalición está obligada a mover ficha. También está obligada a ello, porque después de décadas, los resultados obtenidos por la coalición pueden calificarse de discretos. No se trata de desdibujar la propuesta que representa IU, pero sí de introducir los cambios necesarios para convertirla en una fuerza más atractiva. No obstante, considero que Podemos va a ir perdiendo fuerza y conforme esto suceda el electorado volverá a mirar a IU. Aún así, el partido de Alberto Garzón debe preguntarse qué papel quiere jugar; sobre todo, después de que Podemos haya demostrado que con muy poco puede poner en crisis a la coalición. 

UPyD parece herido de muerte después del 22-M. Hasta ahora UPyD ha sido el proyecto personalista de Rosa Díez. Pero si quiere tener alguna posibilidad de sobrevivir a la actual coyuntura, se antoja fundamental superar el liderazgo de la política vasca y construir un proyecto con más largo recorrido. De lo contrario, será difícil que el electorado siga confiando en un proyecto esencialmente personalista que no se sabe muy bien qué o a quién representa. 

martes, 3 de marzo de 2015

Las Hermandades y la labor social

En el mundo de las Hermandades, cuando se habla de la labor social, es común invocar el dicho de San Mateo "que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha". Tal vez, esta interpretación sea una de las razones que contribuyan a explicar la polémica que se originó en Sevilla hace casi un año cuando el arzobispo Asenjo declaró que solo el 8% de las hermandades presenta sus cuentas a la Diócesis Hispalense y realiza aportaciones al Fondo de Solidaridad. Algunas Hermandades no tardaron en reaccionar a aquellas palabras e hicieron público, por distintos medios, el detalle de la labor social que desarrollan durante el año. Meses más tarde, un estudio independiente elaborado por el Instituto de Investigación Aplicada a la Pyme, cifró en 4,5 millones de euros la labor social que realizan las Hermandades de penitencia, gloria y sacramentales de la ciudad de Sevilla.

Lo que sucedió en la ciudad vecina, podría haber sucedido en muchos otros lugares; por supuesto, en Huelva. Si recurro a este ejemplo lo hago solo para argumentar que, a mi juicio, constituye un error que las Hermandades no den la suficiente publicidad a la labor social que realizan. Un cofrade puede conocer al detalle los estrenos de su cofradía el día de salida, pero difícilmente conozca el presupuesto que la misma destina a labor social durante el ejercicio.

Las Hermandades dan cuentan puntual de los estrenos, de los cambios en los martillos, de los contratos musicales, de los cultos y de un sin fin de actividades y acuerdos. Sin embargo, de la labor social que realizan se sabe poco, pese a que cada vez es mayor la atención que se presta a este apartado.

Considero que las Hermandades deben dar ejemplo con su conducta. Y, al igual que efectúan la estación de penitencia para dar testimonio de fe, deberían dar a conocer la labor social que realizan para sensibilizar a los hermanos, a los cristianos y a la sociedad, en general, de la importancia que en el mundo de hoy tienen valores, como la solidaridad.

Dar cuenta de la labor social que se desarrolla es una manera de explicar el por qué de la Semana Santa en el siglo XXI, es una manera de reivindicar que las Hermandades hacen ciudad desde la solidaridad y es, al tiempo, una fuente de legitimidad para la Semana Santa y las Hermandades, porque la solidaridad es un valor que tiene un enorme peso específico en el mundo de hoy.

Creo, por tanto, que las Hermandades, sin ningún complejo, tienen que explicar el detalle de la labor social que llevan a cabo. Y creo, también, que el Obispado, incluso el Consejo, debe velar para que todas las Hermandades cumplan los mínimos que, entre todos, acuerden. Porque la labor social no es una carga, ni una obligación impuesta, sino una obligación ética que nace de la convicción íntima de cada cofrade.

Las Hermandades son asociaciones que contribuyen a hacer Ciudad y que están vivas durante todo el año. La sociedad onubense tiene que saberlo y los cofrades debemos ser los principales interesados en que se sepa.