miércoles, 1 de octubre de 2014

La democrácia en tiempos convulsos

El siglo XX ha sido el periodo más próspero para la democracia de toda la historia de la humanidad. Robert Dahl sostiene esta afirmación con datos esclarecedores: a la altura de 1890 solo 4 países tenían sufragio universal o masculino. En 1990, justo un siglo después, el listado ascendía ya a 65.

Tras advertir que la expansión de la democracia a lo largo del siglo XX no ha sido fácil, Giovanni Sartori recuerda que el triunfo de la democracia dista aún de ser global; se circunscribe al mundo industrializado. Pese a ello, como indica el profesor italiano, sí es posible hablar de la victoria de la democracia como "principio de legitimidad". Es decir, cada vez son más los que entienden que un sistema político no puede durar sin el sostén de una efectiva legitimación popular.

Siendo esto así, no es menos cierto que en las últimas décadas ha ido en aumento el descontento ciudadano con los sistemas representativos, con los partidos políticos, con las instituciones democráticas...descontento que en estos días está alcanzado su cénit ¿Cómo se explica, entonces, semejante paradoja? ¿Por qué justo cuando la democracia atraviesa su periodo más próspero los ciudadanos empiezan a expresar su desencanto con el sistema? 
Evidentemente, una pregunta tan compleja no admite una explicación sencilla ni simplista. Pero quiero detenerme ahora en una teoría que puede contribuir a comprender tal paradoja; me refiero a lo que Sartori denomina la época de la confusión democrática.

En las décadas siguientes a la Segunda Guerra Mundial -afirma el profesor italiano-, hemos asistido a "una escalada sin precedentes en la distorsión terminológica e ideológica" del concepto democracia "cuyo resultado final es evidentemente la ofuscación". "Hasta la década de los cuarenta -dirá- la gente sabía lo que era la democracia (...); desde entonces todos decimos que queremos la democracia, pero ya no sabemos (entendemos o estamos de acuerdo en) lo que es".

Como el propio autor se encarga de señalar, Orwell ya había sostenido que "en el caso de un término como el de democracia no solamente no existe una definición aceptada por todos, sino que el intento de formularla encuentra resistencia por todas partes". También Bertrand de Jouvenel había advertido que "las discusiones sobre la democracia, los argumentos en su pro y en su contra, son intelectualmente inútiles porque no sabemos de qué estamos hablando". 

El asunto, que a simple vista puede parecer absurdo, en absoluto es menor, porque como señala el profesor italiano "las ideas erróneas sobre la democracia determinan que la democracia funcione mal". Dicho con otras palabras: "una democracia malentendida es una democracia mal planteada". Evidentemente, el profesor realiza estas reflexiones teniendo muy presente las amenazas sobre las que nos quiere advertir. De algunas de estas amenazas me ocuparé en próximas entradas.