jueves, 14 de julio de 2016

De la crisis del bipartidismo a la crisis de la nueva política

En los últimos meses se ha hablado y mucho en España de la crisis del bipartidismo al albur de la información deparada por los trabajos demoscópicos que iban viendo la luz y de los resultados que arrojaban las distintas convocatorias electorales. Si analizamos el histórico de las elecciones generales es fácil concluir que algo ha cambiado en el sistema de partidos: en 2008, PSOE y PP sumaban el 92% de los escaños en el Congreso de los Diputados; en 2011 la cifra pasó al 84%; el 20D el porcentaje descendió sensiblemente hasta el 60,8% y, finalmente, el 26J la suma ha sido del 63,4%.

Como prueban estos datos, los dos grandes partidos han perdido en los últimos 8 años casi un tercio de sus diputados. No obstante, reunir el 63,4% de los parlamentarios no es poca cosa. Podríamos concluir entonces que el bipartidismo ha resistido este primer y, a mi juicio, decisivo envite de la nueva política (importante observar el repunte de 2,6 puntos entre el 20D y el 26J). Ahora bien, PSOE y PP deben tomar buena nota de las señales que el electorado ha enviado reiteradamente porque recuperar la confianza deteriorada no es algo que cae del cielo, sino que va a requerir medidas, tiempo y esfuerzo.

Por lo que hace a los, hasta hace poco, denominados partidos emergentes, hay coincidencia en los análisis a la hora de señalar que el 26J, en una coyuntura claramente favorable, Ciudadanos y Podemos quedaron lejos de sus expectativas; incluso lo han reconocido así sus principales líderes. Será a partir de este resultado agridulce desde el que tendrán que escribir un futuro que, a mi juicio, no se antoja fácil. 

De entrada, el tiempo parece jugar a la contra, porque la previsible mejora del contexto económico global, los avances que puedan producirse en materia de regeneracion democrática en la próxima legislatura o el peso que la estabilidad tiene en nuestro sistema político son factores que, a priori, no benefician a Ciudadanos y Podemos. 

Igualmente hay que considerar que estos dos partidos han dejado de ser novedad, pues forman parte del paisaje político cotidiano. A partir de ahora tendrán una clara visibilidad, deberán posicionarse en numerosos y complejos temas y abandonar la calculada ambigüedad ideológica en la que han procurado sobrevivir desde su irrupción en la arena política. En suma, serán sometidos con mayor severidad al juicio crítico de la ciudadanía. 

De otro lado, no puede obviarse que ambas formaciones comenzarán a reproducir comportamientos internos que el electorado ha afeado a los partidos tradicionales. Me refiero, por ejemplo, a las declaraciones de Echenique sobre las "malas hierbas", a las públicas discrepancias en Podemos en relación al pacto con IU o a las cada vez más nítidas diferencias entre Iglesias y Errejón. Es decir, quedará de manifiesto que el modelo de partido es el mismo que el de los partidos tradicionales y que, en este concreto ámbito, como en otros, los partidos emergentes no representan novedad alguna, lo que también lastrará sus posibilidades.

A todas estas dificultades que tendrán que encarar de inmediato hay que añadir, en el caso de Podemos, la complejidad de mantener la unión de partidos con la que ha concurrido a las últimas convocatorias electorales. 

Con esto que relato no quiero restar mérito a lo conseguido hasta ahora por Podemos y Ciudadanos, ni mucho menos. Lo logrado por ambas formaciones, aunque en proporciones distintas, resulta extraordinario, por inusual, en nuestro sistema político. Pero, por suerte o por desgracia, lo conseguido ya es pasado. Los dos partidos inician ahora una nueva etapa y al final del partido que ahora comienza, como ha dicho Pablo Iglesias de manera muy gráfica, "podemos gobernar o darnos una hostia de proporciones bíblicas". 

Dicho de otro modo, en el primer envite y en una coyuntura muy favorable, ni Podemos ni Ciudadanos han conseguido su objetivo. En estas circunstancias, el segundo asalto se antoja definitivo, porque ambos partidos se juegan el ser o no ser. A mi juicio, la situación ha cambiado sustancialmente respecto a la que existía antes del 20-D. Por primera vez, los partidos emergentes no tienen el viento a favor. Si PSOE y PP reaccionan bien al serio toque de atención dado por el electorado, la situación se complicará para Ciudadanos y Podemos. Estaremos atentos.


viernes, 8 de julio de 2016

Huelva, cambia: el nuevo paseo de la ría

El pasado martes quedó oficialmente inaugurado el Paseo de la ría que ha construido el Puerto de Huelva. Un equipamiento con más de un kilómetro de longitud y 80 metros de ancho que, a través de un cuidado diseño, se configura como un extraordinario espacio libre a la orilla de la ría que está llamado a convertirse en uno de los lugares más emblemáticos y transitados de la ciudad.
Los pocos días que lleva abierto al público pueden calificarse de rotundo éxito: miles de personas se han acercado a visitarlo y la opinión de la inmensa mayoría es claramente favorable. En apenas horas la gente de Huelva ha hecho suyo el paseo y se siente orgullosa de una obra que muestra la mejor cara de la ciudad; hasta tengo para mí que la nueva dotación va a contribuir a que propios y extraños cambien el concepto estético que hasta ahora tenían conformado de la ciudad.
El paseo tiene, además, la virtud de haber acercado a Huelva a lo que siempre ha querido ser: una ciudad que mira a la ría consciente de que ahí está su historia y su futuro; una ciudad con hambre de cambio, progreso y modernidad; una ciudad que tiene la voluntad de potenciar sus recursos naturales como uno de sus más poderosos atractivos; una ciudad dinámica desde el punto de vista económico; una ciudad abierta y acogedora; que mira desde la concordia a otras fronteras...
En una época de cuestionamiento de lo público, la infraestructura explica con nitidez cómo la iniciativa pública puede liderar la transformación de una ciudad, a través de proyectos promovidos y financiados por los poderes públicos en coherencia con un modelo claro y sensato de ciudad. 
El nuevo paseo y sus maravillosas vistas a la ría y al paraje natural 'Marismas del Odiel' constituyen una magnífica noticia, como lo es el trabajo que sigue realizando el Puerto de Huelva para culminar en los próximos años un proyecto urbanístico que va a sentar las bases de la Huelva del futuro con la remodelación del Muelle de Levante y la construcción la Ciudad del Marisco, espacios que se unirán al recién inaugurado paseo. Una vez urbanizada esta franja en la orilla de la ría, se convertirá en la imagen de la nueva Huelva, además de en un factor de dinamizacion de la ciudad y en un sugerente reclamo para los visitantes.
Huelva, en suma, está de enhorabuena. Pero lo más importante, tal vez sea, que el camino urbanistico, social y económico que ha emprendido parece no tener marcha atrás.