jueves, 24 de noviembre de 2016

¿Algo se mueve en la Semana Santa?



Me ha llamado la atención en los últimos días la reiteración, en parte de la prensa sevillana, de una idea: la falta de nivel en las cofradías. Me llama la atención que una opinión que hasta ahora no había trascendido de las tertulias de bar haya pasado a ser opinión publicada, con el giro cualitativo que ello supone.

No se trata de una crítica a una figura o a una junta de gobierno concretas. Es algo más profundo. Diría que tras esta idea subyace la aspiración de un colectivo -o de parte de un colectivo- de recuperar la excelencia que la Semana Santa tuvo, en sus distintas vertientes, en tiempos pasados.

Leo primero a Juan Fernández Lacomba en una entrevista publicada por el portal 'Pasión en Sevilla' en las vísperas de la salida extraordinaria del Señor del Gran Poder con motivo del Año de la Misericordia. Lacomba explica que en la Semana Santa "hay un arte sublime" que procede del siglo de oro, cuando "todo tenía un nivel excelso" y las hermandades eran exponente de esa excelencia. Pero hoy -prosigue- "las cosas son más complicadas" y las hermandades están faltas de "cierto nivel cultural".

Días después, el mismo portal publica una entrevista con los priostes de la Hermandad del Buen Fin en la que Jesús Corral, a una pregunta del entrevistador, responde: en las hermandades "falta mucho nivel, en general (...) No puedes hacer nada nuevo".

En esos mismos días, Francis Robles firma un artículo en el referido portal cofrade, a propósito de la negativa del pleno de hermanos mayores a modificar el día de celebración del Via Crucis Oficial del Consejo General, en el que escribe: "la mediocridad se ha instalado en las juntas de gobierno, con la consiguiente falta de autoridad de los hermanos mayores".

Los tres casos que relato no permiten concluir, como si de una investigación empírica se tratase, que la supuesta falta de nivel es un hecho contrastado. Tampoco es la intención. Pero estoy convencido de que no se trae a escena una supuesta mediocridad de forma gratuita. Tanta reiteración de una misma idea en tan corto espacio de tiempo parece indicar que en la vecina ciudad se han encendido ciertas alarmas.

Cuento esto porque, debido a la inequívoca influencia que tiene Sevilla, esta misma tendencia puede llegar pronto a Huelva. No creo que lo haga de la mano de algunos informadores que llevan décadas acomodados y ofreciendo en sus periódicos información de escaso interés y originalidad. Pero hay tendencias que resultan imparables.

Frente a esta idea que expongo podría argumentarse que aquí no se alcanzó en el pasado la excelencia sevillana -aunque en la década de los 20 se estaba en el camino- y, en consecuencia, no puede existir la aspiración de recuperar lo que no existió. Más, por contra, sí que puede existir en Huelva una sensación de que el estado de las cosas es manifiestamente mejorable.

¿Será que con algo de retraso y cierta timidez está llegando a la Semana Santa el descontento y la sed de reformas que se percibe en otros ámbitos? Al fin y al cabo, la Semana Santa es parte de la sociedad y siempre ha sido reflejo de cada momento histórico.

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