En el mundo de las
Hermandades, cuando se habla de la labor social, es común invocar el dicho de
San Mateo "que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha". Tal
vez, esta interpretación sea una de las razones que contribuyan a explicar la
polémica que se originó en Sevilla hace casi un año cuando el arzobispo Asenjo
declaró que solo el 8% de las hermandades presenta sus cuentas a la Diócesis Hispalense
y realiza aportaciones al Fondo de Solidaridad. Algunas Hermandades no tardaron
en reaccionar a aquellas palabras e hicieron público, por distintos medios, el
detalle de la labor social que desarrollan durante el año. Meses más tarde, un
estudio independiente elaborado por el Instituto de Investigación Aplicada a la
Pyme, cifró en 4,5 millones de euros la labor social que realizan las
Hermandades de penitencia, gloria y sacramentales de la ciudad de Sevilla.
Lo que sucedió en la ciudad vecina, podría haber sucedido en muchos
otros lugares; por supuesto, en Huelva. Si recurro a este ejemplo lo hago solo
para argumentar que, a mi juicio, constituye un error que las Hermandades no
den la suficiente publicidad a la labor social que realizan. Un cofrade puede
conocer al detalle los estrenos de su cofradía el día de salida, pero
difícilmente conozca el presupuesto que la misma destina a labor social durante
el ejercicio.
Las Hermandades dan cuentan puntual de los estrenos, de los
cambios en los martillos, de los contratos musicales, de los cultos y de un sin
fin de actividades y acuerdos. Sin embargo, de la labor social que realizan se
sabe poco, pese a que cada vez es mayor la atención que se presta a este
apartado.
Considero que las Hermandades deben dar ejemplo con su conducta.
Y, al igual que efectúan la estación de penitencia para dar testimonio de fe,
deberían dar a conocer la labor social que realizan para sensibilizar a los
hermanos, a los cristianos y a la sociedad, en general, de la importancia que
en el mundo de hoy tienen valores, como la solidaridad.
Dar cuenta de la labor social que se desarrolla es una manera de
explicar el por qué de la
Semana Santa en el siglo XXI, es una manera de reivindicar
que las Hermandades hacen ciudad desde la solidaridad y es, al tiempo, una
fuente de legitimidad para la
Semana Santa y las Hermandades, porque la solidaridad es un
valor que tiene un enorme peso específico en el mundo de hoy.
Creo, por tanto, que las Hermandades, sin ningún complejo,
tienen que explicar el detalle de la labor social que llevan a cabo. Y creo,
también, que el Obispado, incluso el Consejo, debe velar para que todas las
Hermandades cumplan los mínimos que, entre todos, acuerden. Porque la labor
social no es una carga, ni una obligación impuesta, sino una obligación ética
que nace de la convicción íntima de cada cofrade.
Las Hermandades son asociaciones que contribuyen a hacer Ciudad
y que están vivas durante todo el año. La sociedad onubense tiene que saberlo y
los cofrades debemos ser los principales interesados en que se sepa.
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