El resultado de las elecciones
municipales se ha concretado el pasado día 13 de junio con la constitución de
los ayuntamientos. Después de los arreglos que han sido necesarios en muchos
casos para favorecer la gobernabilidad, es ahora, una vez constituidos los
ayuntamientos, cuando se puede hacer con mayor rigor una lectura de los
resultados.
Las elecciones municipales y
autonómicas del 24-M han puesto fin a las mayorías absolutas. Pero eso es una
cosa y otra proclamar el fin del bipartidismo, como tanto se ha vaticinado en
los últimos meses. PP y PSOE han sumado el 53% de los sufragios; 13 puntos
menos que en 2011. Pero gobiernan la inmensa mayoría de Comunidades y
Ayuntamientos. Es lógico que PP y PSOE hayan recibido castigo por la gestión
que han hecho de la crisis económica y por los escándalos de corrupción. Pero
siguen siendo partidos de gobierno y todo indica que van a seguir siendo las
opciones preferidas por los electores. A partir de ahora, el tiempo corre en
contra de Podemos y Ciudadanos que tienen en las próximas elecciones generales
su particular prueba del algodón; se trata de partidos que han querido jugar un
papel muy claro en el sistema político español: nacieron en una coyuntura
concreta ante problemas muy determinados y si el electorado no los identifica
como la solución a esos problemas concretos perderán progresivamente su razón
de ser. La experiencia demuestra que no es fácil para una nueva fuerza
consolidarse en el sistema de partidos de nuestro país. De ahí que si tras las
generales Podemos y Ciudadanos no quedan posicionados de manera estratégica,
es muy probable que progresivamente vayan perdiendo fuerza hasta quedar
reducidos a opciones minoritarias, entre otras cosas porque parece lógico que
paulatinamente el electorado se reconcilie con los partidos tradicionales a los
que ha castigado en las últimas convocatorias electorales. Dicho esto, es de
justicia reconocer lo que tanto Podemos como Ciudadanos han aportado hasta
ahora al sistema político.
Desde un punto de vista ideológico, las
elecciones del 24-M han supuesto un claro giro a la izquierda. El mapa de
Comunidades Autónomas y Ayuntamientos ha cambiado de manera sustancial, lo que
debilita al PP de cara a las próximas elecciones, porque las urnas han supuesto
un claro rechazo a las políticas y a las formas del partido de Mariano Rajoy.
El PP fue el partido más votado en las
elecciones municipales con el 27% de los votos. Pero es, sin ninguna duda, el
gran perdedor de las elecciones del 24-M porque se ha dejado en el camino más
de 10 puntos (cerca de 2,5 millones de votos) y sobre todo mucho poder
institucional (Comunidades como Castilla la Mancha , Valencia, Extremadura o Aragón y
Ayuntamientos como los de Madrid, Valencia o Sevilla). El PP llega a las
elecciones generales como un partido derrotado y con un líder (si atendemos a
las declaraciones de Mariano Rajoy sobre posibles cambios en el Gobierno y en
el partido y sobre posibles cambios en las políticas) que no ha captado el
mensaje de las urnas. El PP lo apostará todo al crecimiento económico, pero el
electorado puede castigar duramente a un partido debilitado y que no atiende el
mensaje de los votos. Sin duda, va a acusar la pérdida de alcaldes y
presidentes autonómicos, principales referentes del PP en el territorio en los
últimos años.
El PSOE ha quedado a 2 puntos del PP y
ha perdido más de 2,5 puntos respecto al resultado obtenido en las municipales
de 2011 (600.000 votos). Pero ha recuperado poder en Comunidades y
Ayuntamientos (Castilla la
Mancha , Extremadura, Comunidad Valenciana, Aragón o
Ayuntamientos como Sevilla, Córdoba, Huelva, Valladolid u Oviedo). Sin tiempo
para el descanso, llegan las generales; el PSOE debe convertir todo ese poder
institucional que ha recuperado en aire fresco que le permita aparecer ante el
electorado como un partido al alza, triunfador y como el único que puede
garantizar el cambio y poner fin a políticas que tanto sufrimiento y
desigualdad han traído. Al tiempo, haría bien en no perder de vista la
estrategia que Podemos quiere implementar en los próximos meses para armar
candidaturas de unidad popular de cara a las generales. Porque no olvidemos que
unas elecciones son una competencia entre partidos y el PSOE necesita seguir
creciendo de cara a las generales.
El resultado de Ciudadanos en las
autonómicas y municipales no puede calificarse como bueno. El mejor indicador
lo constituyen los resultados de las elecciones autonómicas, que deja al
partido naranja muy por debajo de la proyección apuntada en los últimos
sondeos. Pero este discreto resultado obtenido el 24-M ha quedado parcialmente
maquillado por su capacidad para decididir gobiernos y favorecer la
gobernabilidad en lugares estratégicos, como Andalucía y la Comunidad de Madrid, la
primera a favor del PSOE y la segunda, del PP. En favor de Ciudadanos hay que
decir que la moderación y centralidad que ha buscado en todo momento lo
convierte de cara a las generales en un socio con menos aristas que Podemos,
circunstancia que no ha pasado desapercibida para Pablo Iglesias que de repente
ha cambiado su discurso en relación al PSOE. En torno a Ciudadanos se abren
varios interrogantes. El primero comprobar si el liderazgo de Rivera para las
generales será capaz de retener el electorado que ha ido obteniendo en las
últimas convocatorias o, si por contra, después de varios castigos, ese
electorado opta por volver al PP. Otros desafíos pasan por desarrollar la
estructura organizativa en todo el territorio con cuadros adecuados (objetivo
decisivo para crecer electoralmente) y mantener el aura de fuerza política
nueva y regeneradora una vez que han accedido a las instituciones.
Los resultados obtenidos por Podemos
distan de los objetivos que han venido expresando sus líderes en los últimos
meses. Podemos irrumpió con el objetivo de acabar con el bipartidismo y
convertirse en el primer partido del país. De cara a las elecciones del 24-M
aspiraba a gobernar Comunidades y Ayuntamientos estratégicos, pero lo cierto es
que ha cosechado mejores resultados allí dónde ha concurrido con candidaturas
de unidad popular que dónde lo ha hecho con su propia marca. Esto es lo que han
venido a reconocer los firmantes del manifiesto Abriendo Podemos, en el que se
dice que tras las elecciones autonómicas y municipales, Podemos "ya no es
el único instrumento de cambio". Es decir, la marca Podemos no entusiasma
y está lejos de alcanzar su objetivo político inicial. No obstante, el partido
de Iglesias sigue teniendo las elecciones generales como su gran cita y
trabajará en los próximos meses por confeccionar candidaturas de unidad popular
que le garanticen más posibilidades de éxito. La experiencia de gobierno en el
Ayuntamiento de Madrid también puede contribuir a esta empresa, aunque la
gestión del caso Guillermo Zapata no parece el mejor comienzo. Lo cierto es que
la hora de la verdad ha llegado para el partido de Pablo Iglesias. Porque si en
las elecciones generales no alcanza un resultado que lo posicione como partido
estratégico probablemente haya empezado a escribir su testamento político. Al
igual que Ciudadanos, el partido morado tiene ante sí los retos de mantener el
aura de fuerza nueva y limpia y de desarrollar la estructura de la organización
en el territorio; si bien, esto último se antoja algo más complicado en el caso
de Podemos debido al modelo de partido que ha ido configurando y a las no pocas
voces críticas que se han ido levantando tanto en la dirección nacional como en
provincias en los últimos tiempos.
IU ha perdido casi dos puntos
porcentuales respecto a las municipales de 2011 (más de 400.000 votos). Pero
sobre todo, sigue afectada por el fenómeno Podemos. A la coalición le está
faltando templanza para capear la actual coyuntura, y tirarse en los brazos de
Podemos puede constituir un error fatal para el partido de Lara y Garzón, que
haría mejor en abrir una amplia reflexión con el objetivo de modernizar el
discurso, la estructura organizativa y hacerse más atractivo. Cuando el efecto
Podemos cese, IU volverá a ocupar su lugar. Pero debe mover ficha y no
permanecer de brazos cruzados ni inmolarse. Los izquierdistas parecieran hablar
como si estuvieran en posesión de la verdad ideológica, pero IU aún no ha
adaptado su discurso, su propuesta programática y su estructura organizativa a
los nuevos tiempos. Ahí está su verdadero reto. Diluirse en Podemos puede ser
pan para hoy y hambre para mañana.